jueves, 27 de mayo de 2021

El problema es de plata o de más impuestos


La Comisión de Expertos internacionales ha diagnosticado el sistema tributario, pero no ha dado otras de alternativas fiscales para no cargar con impuestos a los mismos de siempre

Cada gobierno de turno se llena de comisiones, equipos o misiones de expertos que estudian problemas estructurales de la economía, unos equipos bien cualificados que elaboran grandes informes que mueren en los anaqueles de los ministerios. Para esta, la tercera tributaria que se apresta la administración Duque a radicar en el Congreso el 23 de marzo, se conformó un nuevo comité de expertos, esta vez internacionales, para que diagnosticaran y recomendaran qué hacer y cómo mejorar el sistema tributario nacional. Poco a poco han ido desgranando opiniones valiosas sobre el crónico problema, aunque no muy distintas de las anteriores misiones tributarias.

Muchos de los puntos a recomendar se han convertido en clichés o lugares comunes como es disminuir la evasión, quitar las exenciones, nivelar la tarifa del IVA, aumentar la base de tributación y meterse de lleno en los impuestos territoriales, en donde hay un universo de baja tributación que siempre pasa desapercibido en las reformas, que antes se hacían cada 23 meses, pero ahora se hacen cada año y medio, pues no se ha logrado sincronizar la cascada tributaria con la planeación de los presupuestos generales de la Nación.

El gran problema de esta misión de expertos internacionales es que su trabajo se ha realizado en medio de una pandemia durante la que la economía colombiana decreció 6,8% y que aún no hay luces de recuperación. El otro lío es que llueve sobre mojado y no profundiza en otras maneras de evitar o aplazar esta inminente reforma tributaria como puede ser la venta de ISA, optimizar el precio del petróleo y lo más olvidado, vender más activos del Estado para obtener recursos quietos que no sirven para nada. Incluso la gran mina de recursos olvidados está en la llamada Sociedad de Activos Especiales que administra los bienes incautados por el Estado y que también pasa de agache en tiempos de discusión tributaria porque hay intereses de abogados que representan clientes oscuros para que la venta de estos polémicos activos no avance; incluso en años anteriores hubo congresistas investigados por manejar estos bienes como dinero de bolsillo personal.

El problema de esta reforma tributaria debe ser de plata más no de impuestos, si bien puede parecer un inapropiado juego de palabras. La pandemia dejó a muchas empresas y personas afectadas, por tanto no es cuestión de organizar en esta coyuntura el estatuto tributario, es más bien cuestión de recoger dinero para costear los próximos presupuestos. Hay más de 5.850 inmuebles en manos de la SAE para la venta masiva que no avanza porque los mecanismos de enajenarlos no son transparentes para los interesados; no se ha evolucionado en estructuradores de estos negocios idóneos. No se sabe a ciencia cierta cuál es el valor de esas propiedades, pero se habla de unos $3 billones que bien servirían en estos momentos de necesidad de dinero para aplazar la tributaria “Carrasquilla 3.0”.

Generar nuevos recursos para el presupuesto no siempre debe enfocarse en impuestos y deuda externa, el Gobierno puede avanzar en desincronizar el tema de los impuestos con la parte política, tal como sucede en otros países. En la discusión tributaria no deben tener la última palabra los congresistas, es el Ejecutivo quien debe planear más la tributación y el presupuesto; incluso presentarlos al país de manera conjunta para entender de dónde sale el dinero de las obras y la inversión social.

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