Reducir la jornada laboral o poner otra prima extralegal siempre serán ideas populares que van en contravía de la generación de empleo, pues sus costos solo los pagan los empresarios
No puede ponerse de moda cargar más a los empresarios de pagos legales y extralegales que no solo van en contravía de la generación de empleo, sino que frenan cualquier idea de expansión, pues las cargas laborales son inmensas, lo que a la postre se ha convertido en uno de los mayores lastres para la competitividad a la hora de exportar. Por más popular que sea imponer desde el Congreso una nueva prima extralegal a trabajadores públicos y del sector privado, que devenguen menos de dos salarios mínimos, no deja de ser una “puñalada trapera” contra los únicos generadores masivos de empleo como son los empresarios; mucho menos avanzar en la reducción de la jornada laboral de 48 a 40 o 35 horas semanales, antes de hacer una verdadera reforma laboral que compense los costos que esta proactiva idea genera. Hay que ser consciente de que cualquier beneficio que recibe un empleado o funcionario siempre tiene un costo asociado que lo terminarán pagando los mismos de siempre: ¡los empresarios!
Es un cliché decir que “no hay almuerzo gratis”, aforismo popularizado por Milton Friedman, pero tomado de la alocución latina “nunquam prandium liberum”, que va como anillo al dedo en esta discusión extemporánea, ahora que se está organizando la batería de proyectos de ley de origen gubernamental que irán al Congreso en pocas semanas. Pareciese que tanto senadores como representantes esperan atentos (o voraces) dichas iniciativas para empezar a negociarlas con los gremios de la producción, quienes seguramente -como es su deber- saldrán a defender a los generadores de empleo de las consecuencias en costos que tiene legalizar una nueva prima y las implicaciones cuantitativas de una reducción en la jornada laboral, que seguramente debe ser cubierta por horas extras, nuevos empleos formales o quizá una masiva reducción de la capacidad instalada o de turnos laborales.
Es cierto que la tendencia laboral mundial busca mejorar la calidad de vida de las personas y bajar gradualmente la jornada de trabajo, pero al mismo tiempo se busca ganar en competitividad empresarial global y más productividad de los empleados, pues más horas en las empresas no siempre significa ser eficiente. Si el país quiere avanzar en calidad de vida, competitividad y productividad, debe hacer grandes reformas, acelerar la capacitación del recurso humano y entender el nuevo marco en el que se mueven las grandes corporaciones. Hoy más que nunca un trabajador local compite con uno extranjero, en un rol en el que las empresas solo son interfaces. Colombia hace parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, Ocde, y ese debe ser el referente de comparación de las horas trabajadas por semana, y el dato es 37; si se mira la situación colombiana vemos que promediando los trabajos de tiempo completo, de medio tiempo o de jornadas ampliadas, nuestro país es de los que más horas labora a la semana, al lado de Turquía, México, Costa Rica y Chile; una situación que debe analizarse a la luz de las nuevas tendencias, pero si esta “modernización” no significa menores ingresos para las personas. Una fórmula mixta es diversificación, teletrabajo, horarios flexibles, sistemas de turno, semanas de vacancia entre otras muchas formas de progresar en lo económico y disfrutar el bienestar.
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