El ministro Mauricio Cárdenas plantea un debate serio sobre este problema. Entrevista.
El ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, considera la evasión que existe en el país como el más grave fenómeno de la cultura tributaria y revela que le ha pedido al Fiscal General que, dentro de la reforma de la Fiscalía, “vaya preparando el terreno” para castigar la evasión como delito. El diálogo con Cárdenas comienza con el balance anual de la economía.
“El año termina muy bien –dice–. Mucho mejor de lo que comenzó: la economía se había desacelerado, el dólar estaba a 1.750 pesos y las perspectivas no parecían buenas. Nos atrevimos a pronosticar que la economía crecería 4,5 por ciento y que el dólar cerraría a 1.950 pesos. Gracias a las medidas de estímulo que lideró el presidente Santos bajo el Pipe (Plan de Impulso a la Productividad y el Empleo), vamos a cumplir las metas. La inflación anual está en 1,8 por ciento, la más baja desde 1955, y la tasa de desempleo, en 7,8 por ciento, algo que no veíamos desde 1995. El índice de ‘miseria’, que es la suma de estos indicadores, nunca antes había estado en niveles tan bajos.
¿Y el ‘lunar’ de la industria?
Aunque es nuestra obsesión, no se puede generalizar. Una cuarta parte de la industria produce insumos para la construcción, que está disparada. Pero es cierto que algunas industrias tienen problemas. El sector automotor cae a tasas del 20 por ciento por año. Los ensambladores dicen que es difícil ser competitivos frente a los vehículos importados. Por eso lanzamos el programa de fomento para el sector. Vamos a exonerar del pago de aranceles a los insumos y bienes de capital que requiera, siempre y cuando no exista producción nacional.
¿Eso no deja desprotegidos a los autopartistas?
Para los autopartistas no hay negocio sin industria de ensamblaje. Veníamos de un modelo en el que los carros ensamblados aquí debían tener como mínimo un 35 por ciento de partes nacionales. Vamos a ser más flexibles y permitir la importación sin aranceles de más componentes.
Pero hay quienes piden mejor subir aranceles.
Sería un contrasentido con los colombianos incrementar el precio de los carros.
¿No se corre el riesgo de golpear gravemente a los fabricantes de autopartes?
Eso ha sido concertado con ellos. Saben que para que les vaya bien, las ensambladoras deben permanecer en el país.
¿La medida está dictada?
Sí. El decreto está listo.
¿Otro punto negro del balance del año no es la caída de recaudos de impuestos?
Eso es un invento de los opositores. El recaudo subió de 92,3 billones de pesos en 2012 a 100,4 billones este año. Lo que pasa es que teníamos una meta aún más alta: 102 billones.
¿Qué falló?
Fue una decisión deliberada: como parte del Pipe, eliminamos los aranceles a los insumos de la industria y el agro que no cuenten con producción nacional. Claro que estas medidas tienen costo fiscal.
El expresidente Uribe dijo que se malograron los éxitos de recaudo que dejó…
Encontramos un país en el 2010 que recaudaba 67 billones de pesos; este año se recaudarán más de 100. Es casi el 50 por ciento más. Las cifras son tozudas e incontrovertibles.
Usted anunció una nueva reforma tributaria. ¿Para qué?
Más que subir impuestos, el país tiene que dar un debate serio sobre la evasión de impuestos, tan arraigada en nuestra cultura. Debe convertirse en un delito, como en cualquier país moderno. Aquí hay una práctica tan generalizada como cuestionable: los contribuyentes les piden a los contadores que acomoden las declaraciones para que el impuesto a cargo no exceda lo que les retuvieron a lo largo del año.
¿La nueva reforma establece castigo penal para la evasión?
Como viene una restructuración de la Fiscalía, le he pedido al señor Fiscal que vaya preparando el terreno.
¿En cuánto calcula que está la evasión en Colombia?
Es difícil ponerle una cifra. Pero si les creemos a las utilidades que reportan las empresas en sus declaraciones, la rentabilidad sobre el patrimonio es de solo 4 por ciento, lo cual sabemos que no es cierto. Avanzamos mucho con una Dian despolitizada, pero tenemos que reforzarla con el acompañamiento de la Fiscalía para cambiar la cultura de la evasión. En Italia hubo un punto de inflexión cuando Sofía Loren tuvo líos penales por evasión. En esos momentos es cuando una sociedad se da cuenta de que debe cambiar.
Pero la última reforma eliminó exenciones y deducciones…
Sí, la reforma les puso un piso a los impuestos en el caso de los individuos, pero en las sociedades aún aparecen muchos gastos y deducciones que no corresponden a la realidad. Hay que controlar esa práctica de inflar gastos y crear proveedores ficticios para ‘cuadrar’ el impuesto a cargo.
¿Cuál es el mecanismo más utilizado para evadir?
Llevar al gasto contratos ficticios con personas que no declaran.
Pero, entonces, los contadores, en esos casos, son cómplices…
Sí. El contador debe tener sanciones cuando acomoda la declaración; eso es parte del cambio cultural que tenemos que hacer. Que el contador también sienta que perder su tarjeta profesional es una posibilidad real. Hoy no es así.
¿Por qué no se simplifica el sistema? Pagar uno o dos impuestos en vez de 20. ¿Eso no eliminaría la evasión?
Allá también tenemos que llegar; entre otras cosas hay un impuesto que nos hace mucho daño en las comparaciones internacionales: es el de industria y comercio; es un impuesto municipal. Hay que reemplazarlo por un impuesto con una base idéntica al impuesto de renta de empresas.
Aquí, impuesto temporal que se decreta es impuesto permanente. ¿Eso va a pasar con el impuesto al patrimonio?
No. El impuesto se causó en el 2010, pero las cuotas de pago van hasta el año entrante, cuando se recaudarán 4,5 billones de pesos. ¿Qué va a pasar después del 2015? Ese debate que tendrá que darlo el país.
¿Usted es partidario de qué?
El impuesto de patrimonio ha sido fundamental para fortalecer la seguridad, y no son recursos de los que se pueda prescindir fácilmente.
¿Esos recursos seguirán siendo necesarios aun con paz?
En cualquier escenario, el país va a necesitar unas Fuerzas Armadas y de Policía muy sólidas. Un escenario de paz va a demandar recursos adicionales. Pero siempre he dicho que aunque la paz cueste, cuesta mucho más la guerra. La paz sería una gran noticia no solo para la calidad de vida de los colombianos, sino para la economía en su conjunto. Nos pondría a crecer a tasas que no hemos visto.
¿Cuál es el balance del año en exportaciones e importaciones?
El mercado interno, más que el comercio exterior, es el principal motor de la economía hoy en día. El consumo y la inversión crecen más que las exportaciones.
¿En cuánto está la inversión extranjera?
En 16.000 millones de dólares. Igual a lo del año pasado.
¿Eso no es malo?
No. Es un nivel récord, el más alto que hayamos tenido.
Pero sin crecimiento.
Nos sostuvimos en un entorno internacional desfavorable, con caída fuerte en el precio del carbón, que pesa mucho para la inversión foránea.
¿La grave situación de Venezuela aún nos afecta?
Aunque ya no dependemos tanto de Venezuela, la situación en la frontera es delicada. Vivo preocupado por Cúcuta.
¿Pero, qué es lo que pasa?
El dólar en el mercado negro venezolano está desbordado, casi 10 veces la tasa oficial. Es como si acá hubiera un mercado negro con dólar a 20.000 pesos. Comprar en Venezuela sale muy barato para el que lleva dólares. Por eso está llegando tanto contrabando.
¿Y Venezuela ha actuado?
Sí, esta semana se extremaron controles en la frontera.
Con tan baja inflación, ¿el reajuste salarial será mínimo?
Nada más inconveniente que adelantarme a un proceso que ha avanzado bien y en el que esperamos se logre un acuerdo concertado, como lo desea todo el país.
¿No habrá influencia política cuando se fije el alza, en plena época electoral?
Siempre habrá un elemento político, pero la realidad económica tiene que imperar. La economía va bien. La mayor satisfacción es el ritmo al que se están generando empleos de calidad, en los que el empleador paga prestaciones y seguridad social. Las cifras han superado las expectativas más optimistas. Esta semana, durante la visita del presidente Santos a Washington, el Fondo Monetario, el Banco Mundial y el BID expidieron un comunicado conjunto –algo inusual– donde aplauden la gestión económica del Gobierno. En especial destacaron los efectos del desmonte de los impuestos a la nómina –parafiscales– sobre la generación de empleo formal.
El senador Efraín Cepeda mencionó su nombre entre los presidenciales del Partido Conservador para el 2018.
Siempre vivo con objetivos y propósitos de más corto plazo; quiero ser un buen ministro de Hacienda y para serlo no hay que pensar en política.
Sí se refinanciarán deudas de campesinos
Un proyecto de ley que para refinanciar las deudas campesinas se hundió. ¿Qué se hará para cumplir esa promesa?
Incluiremos dos artículos que posibilitan la refinanciación en el proyecto que extiende el 4 por mil por un año más. Es una solución práctica.
El Gobierno integró una comisión para que estudiara la situación cafetera e hiciera una serie de recomendaciones. La comisión recomendó aumentar la producción de café robusta, por ser más bajos sus costos. ¿Le gusta la idea?
La comisión aún no ha entregado su informe y se va a demorar por lo menos seis meses más. Espero a que nos entreguen sus recomendaciones y después opino.
¿Entonces, cuál es su opinión sobre cómo darle más competitividad a nuestro café?
Hay que bajar los costos de producción. Lo demás es demagogia.
La competitividad favorece al café robusta por su bajo costo de producción…
Cierto. Pero no podemos ignorar que tenemos un nombre asociado al “mejor café del mundo” y que hay un millón de hectáreas de café arábigo ya sembradas. Hay que mirar toda esa realidad social, política, histórica, antes de tomar decisiones. Pero el trabajo de la Comisión no se puede reducir al debate arábigo vs. robusta. Hay muchas cosas más importantes.
¿El subsidio que el Gobierno reconoce hoy al caficultor se va a mantener?
Sí. Tenemos presupuestado un billón de pesos para apoyar el ingreso cafetero el próximo año. Lo mismo que aportamos este año.