martes, 25 de agosto de 2015

Empresas creen que usted pagaría por trabajar en casa ajena

Esta parece una forma particular de los ‘millennials’ de abordar la vida, según explican los impulsores de esta tendencia.

Se puede probar un lugar de cotrabajo por unas horas o compartir la oficina en casa de un extraño.

Buscar un lugar para trabajar fuera de su casa que le permitiera la flexibilidad que necesitaba llevó a Sharona Coutts, máxima responsable ejecutiva de SpareChair en Brooklyn, a lanzar su sitio, que conecta trabajadores nómades con lugares temporarios para colaborar.
SpareChair es uno de una serie de nuevos sitios que se proponen tomar el modelo popularizado por Airbnb –alquilar espacios no utilizados por breves períodos– y aplicarlo a lugares de trabajo.
Ahora, usted puede probar un lugar de cotrabajo por unas horas o experimentar la emoción de compartir la oficina en casa de un extraño. Algunos de estos sitios, como Breather y LiquidSpace, ponen el acento en espacios de oficina y de reunión tradicionales. Otros, como SpareChair y Desktime, están repletos de espacios de trabajo excéntricos como mesas de comedor, estudios de grabación y hasta talleres de imprenta.
“Parece ser una manera particular de los ‘millennials’ de abordar la vida, el trabajo y la comunidad”, dice Coutts.
Los sitios resultan especialmente atractivos para viajeros frecuentes, que pueden necesitar Wi-Fi confiable gratis y café –y combatir el aburrimiento sofocante de trabajar desde una habitación de un hotel, en ciudades muy alejadas. El costo puede valer la pena pudiendo conseguir un escritorio junto a la playa en Bali o a cuadras de la Torre Eiffel.
Los precios varían ampliamente y los servicios se cobran por hora, día o mes. Un lugar en el salón de otra persona en SpareChair puede conseguirse por apenas unos pocos dólares diarios, mientras que una oficina privada, sala de conferencias o espacio especializado, como un estudio fotográfico, puede costar unos cientos de dólares por la misma cantidad de tiempo. Un espacio de cotrabajo bien decorado en Chicago cuesta 5 dólares por día y, tal vez, unos 15 por acceder un día entero a un surtido estudio de joyería en Manhattan, que es una oferta bastante decente. Lo curioso es que parece haber bastante gente rara dispuesta a usar estos servicios.

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