jueves, 6 de noviembre de 2014

Estrés laboral, un mal invisible que golpea la productividad

Las preocupaciones influyen en la salud de las personas.

Rutina, atención al público y monotonía, principales generadores de este problema en las plantas de personal. Las malas posturas en el puesto de trabajo generan cansancio, dolor y malestar.

Es posible que en una empresa todo parezca normal: los empleados cumplen con sus funciones, las tareas se realizan a cabalidad, las ventas están a tope y los días pasan sin contratiempos.
A pesar de ello, una compañía similar puede ser mucho más eficiente, sin que sus competidores se percaten de la clave para ser mejor, elevar la calidad de los productos y producir más artículos o servicios, sin incrementar la nómina ni la inversión.
Expertos en el tema consideran que la clave está en saber manejar el ambiente de trabajo, es decir, bajar el estrés de los empleados, con el fin de conseguir un incremento en la productividad y una mejoría en todos los factores que influyen en la calidad de los productos.
Renán Alfonso Rojas Gutiérrez, presidente del Consejo Colombiano de Seguridad, afirma que el estrés se ha convertido en la principal causa del ausentismo laboral. “No se trata de que las personas estén estresadas y por esa razón no vayan a trabajar. Lo que sucede es que las preocupaciones pueden derivar en enfermedades por las que las personas tienen que ser incapacitadas”.
Según la segunda Encuesta de Seguridad y Salud en el Trabajo, en Colombia, los riesgos psicosociales se generan principalmente en actividades de atención al público, posturas que producen cansancio o dolor, trabajo monótono y cambios en los requerimientos de las tareas.
Ante esta realidad, el Consejo Colombiano de Seguridad se unió a la campaña de la Agencia Europea denominada “Trabajos saludables: gestionemos el estrés”.
El acoso laboral representa un 9,4 por ciento entre todos los niveles (5 por ciento del jefe inmediato y 4,4 por ciento del compañero de trabajo). Entre el 2009 y el 2012, los eventos derivados de estos riesgos presentaron un incremento del 43 por ciento, principalmente con la ansiedad y la depresión.
Dentro de las situaciones que mayor estrés generan en los trabajadores, con consecuencias psicológicas, físicas y sociales negativas, los especialistas destacan:
-El trabajo excesivamente exigente.
-Falta de tiempo para completar las tareas.
-Falta de claridad sobre la función del trabajador.
-Los desajustes entre las exigencias del trabajo y la competencia del trabajador
-Cero participación en la toma de decisiones que afectan al trabajador.
-Falta de influencia en el modo en que se lleva a cabo el trabajo.
-Trabajar solo, sobre todo si hace cara al público y a clientes, y/o exponerse a la violencia de un tercero recibiendo agresiones verbales.
-Falta de apoyo de la dirección y los compañeros.
-Acoso psicosocial en el lugar de trabajo.
-Distribución injusta del trabajo.
-Recompensas, ascensos o las oportunidades profesionales.
-Comunicación ineficaz.
-Cambio organizativo mal gestionado.
RIESGOS EXTERNOS
No todos los factores de estrés son generados en la empresa. Existe una seria de situaciones que pueden afectar al empleado y que provienen del entorno externo, aunque algunos de ellos sean generados por la empresa. Por ejemplo, un empleado mal pago puede tener problemas económicos en su hogar y eso afecta la productividad.
El transporte público es otro de los factores contaminantes de la capacidad productiva de las personas. Llegar al trabajo puede convertirse en un problema diario que impide que una persona, por muy capaz que sea, se ve afectado por el trauma que le representa desplazarse todos días a su casa.
Esa es la razón por la que muchas empresas optan por contratar personas que vivan cerca al lugar de trabajo. “El ser humano no es un máquina, pero también puede explotar”, sostiene Rojas, quien a la vez recomienda que los ejecutivos acudan de manera frecuente a chequeos médicos para evitar que sufran situaciones de emergencia, quizás en el momento en que más los necesitan su familia y su empresa.
ESTAR SIN EMPLEO, MÁS ANSIEDAD
Las familias españolas retrocedieron 10 años en su progreso. La afirmación fue hecha ayer en Roma, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), al analizar los efectos de la crisis económica española.
El estudio dice que el mayor costo de esta pérdida de potencial puede apreciarse en “la cada vez mayor alienación social y en el menor crecimiento demográfico”. De hecho, recuerda que las tasas de fertilidad se han reducido por primera vez en diez años y, en parte, se debe a que “los jóvenes adultos postergan la formación de una familia a causa de la situación económica”.
Se trata de un problema que magnifica los perjuicios de la pobreza y reduce las posibilidades de obtener logros educativos y profesionales y que puede tener repercusiones negativas a largo plazo.
Unicef subraya que en los países más castigados por la recesión los niños son los que más sufren las consecuencias y quienes las padecerán más tiempo. De ellos, España es el tercer país con mayor pobreza infantil en términos relativos, solo por detrás de Grecia y Letonia y con más de tres millones de niños con carencias materiales graves.
Durante los años de la crisis, entre el 2008 y el 2012, la pobreza entre los niños aumentó más de 8 puntos –pasó del 28,2 por ciento al 36,3 portafolio– y convirtió a España en el séptimo país en el que más creció ese fenómeno, según Unicef.
Los hijos de padres desempleados o con bajos ingresos sufren cambios en la dieta alimenticia, eliminan actividades extraescolares y dificultades para adquirir material escolar, además de rendir menos en el colegio, sufrir estrés y padecer humillaciones ante amigos y compañeros de clase.
El informe destaca que las prestaciones familiares se han reducido en varios países y que en España e Irlanda “"la demanda de medidas de ajuste económico limitó el margen de acción y provocó que se dejara de lado a los niños, justo cuando los indicadores de pobreza empezaban a dispararse”.
Unicef señala que la recesión también ha golpeado “con extrema dureza” a los jóvenes y ha llevado a que el porcentaje de jóvenes que ni estudian ni trabajan haya crecido de forma espectacular en la Unión Europea.
Este fenómeno empeoró en Italia, Rumanía, Croacia, Grecia y Chipre. En España, la pobreza infantil ya no solo castiga a los grupos tradicionalmente excluidos, como familias migrantes o monoparentales, sino que registra un preocupante empobrecimiento general de la clase media.

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