jueves, 3 de abril de 2014

La banca colombiana es tan eficiente como la extranjera

La banca colombiana es tan eficiente como la extranjera

El nivel de eficiencia de los bancos colombianos es muy bueno, pero todavía puede ser mejor: J. Gilinski.
 
Así lo revela un estudio del Banco de la República. Advierte que hay que invertir en tecnología.
Un mayor tamaño, una cuota más alta del mercado o contar con ‘papá’ extranjero, no son sinónimo de eficiencia. Por lo menos, no es algo que se cumpla en el mundo financiero ‘criollo’, donde los bancos pequeños han logrado ser tan eficientes como aquellos que tienen un gran músculo.
Fue lo que encontró un grupo de investigadores del Banco de la República, luego de analizar la eficiencia del sistema bancario colombiano entre el 2000 y el 2012. Según los expertos, las entidades nacionales fueron más eficientes que las extranjeras, en tanto, tampoco hallaron evidencia de que los grandes bancos hayan tenido un mayor nivel de eficiencia, que los pequeños.
“Una explicación de por qué no es claro que los bancos grandes sean más eficientes que los pequeños, reside en que los primeros tienen un buen porcentaje del mercado asegurado, en tanto que los pequeños siempre están tratando de alcanzar una mayor participación del mismo”, señalan los expertos.
Entre los aspectos que miden la eficiencia bancaria están, los costos administrativos, laborales y de producción, así como los servicios financieros prestados a través de su infraestructura operativa y tecnológica.
Aunque a simple vista, lograr mayores niveles de eficiencia podría ser algo que le interesa solo a los dueños, lo cierto es que un indicador saludable también favorece a sus usuarios, en la medida que podrá encontrar servicios financieros más económicos y una mejor atención.
Jaime Gilinski, presidente del grupo GNB Sudameris, señala que en varios países esos márgenes son mucho más altos y eso, a veces, genera mayor eficiencia. “Comparado con otras entidades de la región, estamos entre las mejores eficiencias de América Latina”, dijo.
Hoy la eficiencia administrativa de la banca local está en 3,53 por ciento. Cinco años atrás, superaba el 5,12 por ciento, según la Asobancaria. En la medida en que es menor el porcentaje, mayor es el nivel de eficiencia.
Entre los bancos extranjeros el índice está entre el 12,2 por ciento del Banco Falabella y el 1,38 del GNB Sudameris. En el recién constituido Banco Santander de Negocios esa tasa es de 33,4 por ciento. En las entidades nacionales ese rango está entre el 2,93 por ciento del Banco de Bogotá y el 6,45 por ciento del BCS.
Los banqueros reconocen que falta mucho por avanzar en esa materia, más con la llegada de la competencia externa, que hará más difícil mantener los actuales niveles de rentabilidad, y mucho menos, compensar la caída en los márgenes de interés.
“Tenemos que seguir trabajando en mejorar. Nuestros niveles son un poco inferiores a los que se ven en el mercado internacional, pero ya se ha demostrado que la llegada de actores extranjeros eleva la competencia”, indica el presidente del Banco Davivienda, Efraín Forero.
El desafío para la banca colombiana -dice- es que tiene que convertirse en organizaciones que reposen más en procesos virtuales, menos anacrónicos; que permitan una masificación para crear una relación de mucho más largo plazo con los clientes.
Los autores del estudio (Borradores de Economía número 798 del 2013), advierten que a los bancos ineficientes les quedan dos caminos: deberían reducir sus recursos orientados al área laboral, y buscar la forma de aumentar sus ingresos por intereses y operacionales, para ser más eficientes.
“Creo que tenemos esa capacidad, estamos invirtiendo en tecnología y entrenamiento para alcanzar mayores estándares internacionales. Mayor tecnología y capacidad de prestar servicios más convenientes, completos, fáciles y de menores costos, será sin duda el camino a seguir”, precisó Forero.
Eficiencia vs. solidez
Según la Asobancaria, las recientes medidas sobre solvencia pueden tener dos efectos, para las entidades y el propio mercado. El primero es una reducción del crédito. El segundo, una rentabilidad para los accionistas por debajo de sus expectativas, lo que los puede inducir a buscar mejores oportunidades de inversión en otros sectores.
Sostienen que al sumar esas medida a otras “murallas de seguridad” implementadas en los últimos años, “se va a generar en el largo plazo un encarecimiento de la operación y una reducción de la eficiencia, debido a que no se está teniendo en cuenta el costo total de la estructura, sino que se ha mirado cada muralla individualmente”.

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