jueves, 11 de marzo de 2021

Venezuela y otros países en los que los ceros no caben en los billetes

El billete del millón de bolívares, otro ejemplo de qué pasa cuando se imprime dinero a discreción.


El billete de mayor denominación es de un millón de bolívares.

La espiral de la hiperinflación en Venezuela, visible en que el dinero no alcanza para comprar casi nada, sigue marcando récords y el reflejo fue el reciente lanzamiento del billete del millón de bolívares, que solo vale medio dólar, algo menos de 2.000 pesos colombianos.

Pero no ha sido el único país en la historia que ha registrado una situación, ya que en América Latina circuló hace algo más de 30 años el inti, en Perú, cuyos billetes también tuvieron muchos ceros, al igual que en Argentina, cuando lo mismo ocurrió con otras monedas, entre ellas el peso ley.

Estos son algunos billetes con muchos ceros que alguna vez han circularon en sus países.

Billete de 50 millones de marcos imperiales, en Alemania en 1923.


El billete de mayor denominación es de un millón de bolívares.


La moneda de Zimbabue era el dólar, y hoy los billetes son recuerdos de coleccionistas, como pasa con los billetes del bolívar fuerte. En la foto, billetes de hasta 50.000 millones de dólares.

El inti circuló entre 1985 y 1991. Durante el periodo de gobierno de Alan García se imprimían billetes sin control, y el país fue golpeado por la hiperinflación.

Además del peso actual, Argentina ha tenido el peso ley y el peso moneda corriente, entre otras monedas que cambian en la medida en que se van desvalorizando. El peso ley circuló entre 1970 y 1983.

La moneda es dinar. En los años 90, mientras se libraban las guerras que llevaron a la disolución del país, se imprimían grandes cantidades de billetes. Hubo billetes de 500.000'000.000 de dinares.

Billete de 50 millones de marcos imperiales, en Alemania en 1923.

Este sábado, Venezuela presentó los nuevos billetes de 200.000, medio millón y un millón de bolívares. De una moneda que inicialmente se denominó bolívar soberano, y reemplazó al bolívar fuerte en el 2018, que, a su vez, había sustituido al viejo bolívar en el 2007, luego de 128 años de circulación.

Los cambios de moneda han sido necesarios en la medida en que la enorme desvalorización del circulante venezolano lleva a que los billetes y las monedas aceleradamente dejen de representar poder de compra.

Los precios en Venezuela llegaron a subir más de 65.000 por ciento en el 2018, y para este año el Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que aumentarán 6.500 por ciento.

Ya en Latinoamérica otros países han sufrido ese fenómeno denominado hiperinflación.

Por ejemplo, Ecuador renunció en el 2000 a tener su propia moneda, y desde entonces utiliza el dólar de Estados Unidos.

En los 80, varios países como Argentina o Perú cambiaron sus monedas cuando las alzas de precios llenaban de ceros los billetes, y un ejemplo más reciente de hiperinflación es el de Zimbabue, con billetes de hasta 50.000 millones de dólares de ese país, moneda que desapareció en el 2008.

“El denominador común de todas esas experiencias monetarias –dice Freddy Castro, director de Banca de las Oportunidades– es que los gobiernos, en ausencia de bancos centrales independientes, quisieron financiar déficit con emisión monetaria”.
En Venezuela, los nuevos billetes se presentan justo cuando en Colombia se han escuchado propuestas de que el Banco de la República emita dinero, mediante préstamos al Gobierno, para financiar el déficit, que ha aumentado por la pandemia.

Al respecto, el gerente del Banco, Leonardo Villar, recientemente le dijo a EL TIEMPO: “No es casualidad que países que financian a sus gobiernos con recursos de emisión monetaria suelen caracterizarse por una gran inestabilidad en sus niveles de inflación, como sucede con Argentina o, en un caso más dramático, con nuestra vecina Venezuela”.

Por su parte, Castro dice: “Cuando uno imprime billetes para generar algún tipo de bienestar de corto plazo en la economía, si no hay bienes y servicios que respalden esa emisión, lo que va a pasar es que se necesiten cada vez más billetes para que las personas realicen sus transacciones”.

Así mismo, “cuando uno imprime más billetes, en últimas lo que termina generando es procesos de inflación o hiperinflación, gravísimos porque las personas dejan de creer en su moneda como medio de cambio, y la remplazan por otra moneda o por el trueque”, dice Castro.

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