En muchos casos, son las propias organizaciones las que invierten en sus futuros profesionales formando in company o adaptando esos perfiles a las funciones y puestos que requieren. Algunas firmas, incluso, ponen en marcha sus propias universidades para la formación de sus empleados. Es el caso de Bankinter, que ofrece, a través de esta institución, cursos certificados por escuelas de negocios. María Paramés, directora de gestión de personas y comunicación corporativa del banco, valora mucho estas entidades formativas "porque se acercan a la realidad de la empresa", pero admite que a la hora de captar talento no considera una cuestión imprescindible que el candidato tenga un máster o un curso de posgrado, si bien "se valora de manera positiva".
En otras ocasiones cabe el recurso a candidatos formados en las escuelas de negocios que cursan programas o másteres teóricamente adaptados a las necesidades de las empresas, de los que salen profesionales "a la medida" de lo que pide cada organización.
¿Un remedio eficaz?
EXPANSIÓN ha analizado hasta qué punto las escuelas de negocios son ya una solución eficaz para llenar ese vacío entre el mundo académico y las exigencias reales del mundo laboral. Y una de las conclusiones es que realizar un máster permite a los estudiantes posicionarse mejor en la búsqueda de empleo, acceder a un valioso networking y situarse en el punto de mira de muchas empresas, porque éstas, al fin y al cabo, buscan profesionales con formación pegada a la realidad del mercado.
Para acercar el terreno académico al empresarial, las principales escuelas de negocios adaptan sus contenidos y su plantilla docente a las exigencias de la empresa. David Ruiz, director de programas MBA de Deusto Business School, asegura que en el diseño de los programas, "recibimos el input de los profesores, de las compañías cercanas y del consejo asesor de la escuela, además de las propuestas de profesionales e instituciones públicas". Escuchar al mercado, como apunta Josep Franch, decano de Esade Business School, es una de las bazas con las que cuentan las escuelas de negocios para elaborar sus cursos y másteres, que suelen ir dirigidos a un público internacional, con mucha movilidad.
En este sentido Javier Muñoz, director de la Agrupación de Antiguos Alumnos del IESE, valora la importancia de interactuar con las compañías para detectar las necesidades de éstas: "Tratamos de que sean las empresas las que trasladen sus exigencias a los alumnos para que éstos puedan detectar las oportunidades". Para lograrlo, Muñoz cree que es necesario contar con directivos (en las escuelas) que trabajen en ello, y también "ser capaces de crear una especie de mercado que facilite el enamoramiento entre candidatos y compañías".
Amber Wigmore, directora ejecutiva de carreras profesionales de IE Business School, cree que la empleabilidad es la clave, y sostiene que hay que fijarse en qué criterios buscan las empresas y qué habilidades exigen en los recién graduados: "Trabajamos con los alumnos incluso antes de que éstos comiencen sus programas para que tengan claro qué quieren hacer. Los preparamos para competir con otros candidatos de escuelas top y los ponemos en contacto con antiguos alumnos que han escogido un camino parecido".
Trabajar por la empleabilidad de los estudiantes es un objetivo para las escuelas de negocios. Tanto es así que muchas de ellas utilizan también la opinión de los reclutadores para diseñar sus programas.
Positivo pero no determinante
La mayoría de empresarios y emprendedores españoles coincide en que haber cursado un posgrado es un factor positivo para un trabajador, pero no determinante. Rocío Bustos, responsable de gestión de talento de Roche Farma, explica que "el 60% ó 70% de nuestros empleados tiene un perfil científico o sanitario, por eso para nosotros es muy importante que se formen en aspectos financieros, de derecho y compliance. Que un candidato a un puesto haya cursado un máster es siempre un punto a su favor, igual que lo es la experiencia internacional o haber desempeñado roles distintos en el sector".
Fred Pattje, director general de operaciones de Amazon en España, también cree que las escuelas de negocios son una buena fuente de candidatos: "No es tanto que las escuelas formen a los candidatos con lo que necesitamos, como que les proporcionen unos valores de liderazgo que suelen encajar con nuestra cultura, que está totalmente focalizada a innovar en nombre del cliente". Pattje añade que "entre los graduados de las escuelas de negocio, Amazon encuentra perfiles con experiencia internacional, con una gran capacidad analítica y preparados para asumir principios de liderazgo basados en la obsesión por el cliente, la capacidad para ganarse la confianza de los demás, la necesidad de orientarse a los resultados y la creatividad para inventar y simplificar sin miedo. Buscamos perfiles que sean capaces de combinar las decisiones a largo plazo con una visión táctica que permita solucionar los retos del día a día. A veces, echamos en falta líderes hands-on, es decir, altamente proactivos y dinámicos, capaces de arremangarse y de tener siempre en mente el cliente final".
Evidentemente, a través de un máster, "se asienta y asimila mejor la parte técnica de cualquier materia y también le provee al profesional la rapidez en el aprendizaje, la curiosidad, un análisis más crítico y ganas de trabajar", enumera el director de programas MBA de Deusto Business School.
Cristina Marqués, directora de selección de IBM España, sostiene que su compañía valora muy positivamente la formación de posgrado: "Si éste se ha realizado en lengua extranjera se valora aún más, por el dominio que exige del idioma y por la experiencia internacional que aporta".
Carlos Esteban, director de recursos humanos de Zurich, también advierte aspectos positivos en la relación de su compañía con las escuelas, y reconoce que estas instituciones ayudan a cerrar el gap entre el mundo académico y las necesidades del mercado laboral porque ayudan a incorporar nuevas habilidades profesionales. En todo caso, Esteban cree que "alguna de estas capacidades deberían desarrollarse más en los programas que se cursan en España: es el caso de la curiosidad intelectual, aprender a aprender o la capacidad para moverse cómodamente en la incertidumbre". Esteban también cree que las escuelas de negocios "deberían mejorar la flexibilidad y la personalización de ciertos programas, porque a veces sus propuestas son demasiado genéricas".
¿Titulitis?
El director de recursos humanos de Zurich pone reparos a la actitud de aquellas compañías que se fijan más en la marca y en la certificación que en la calidad de los contenidos de los programas, y cree que muchas organizaciones deberían esforzarse más por "entender cómo son las nuevas generaciones y qué esperan realmente del mundo de la empresa". Aun así, muchas corporaciones eligen candidatos entre las grandes escuelas de negocios porque, como apunta David Ruiz, no es sólo un tema de marca "sino de los atributos asociados a la misma. Somos escuelas internacionales, con una amplia capacidad de atracción del mercado latinoamericano con el que compartimos cultura e idioma. Y, además, atraemos alumnos de otros países. En algunos programas podemos llegar a alcanzar el 73% de estudiantes extranjeros de alrededor de 30 nacionalidades".
Josep Franch admite, en cualquier caso, que "las escuelas españolas no generan tanto knowledge como las estadounidenses, en las que existe una cultura de la publicación importante y disponen de más recursos de los que tenemos nosotros". Paramés también echa en falta una visión aún más global de las escuelas de negocios españolas, "que se empapen de lo que ocurre en otros países y de experiencias en distintas áreas".
La experiencia profesional
"En mi opinión, un máster nunca resta, pero lo más relevante sigue siendo su experiencia profesional y todas aquellas aptitudes que no figuran en un currículo", matiza Javier de Andrés, fundador y consejero delegado de Ticketea.com, una start up de venta de entradas.
"A igualdad de condiciones, una persona que haya cursado un MBA, por ejemplo, denota al menos capacidad de esfuerzo e inquietudes, dos cuestiones que nosotros valoramos por encima de todo lo demás", agrega Iñaki Arrola, fundador de Coches.com y cofundador del instrumento inversor Vitamina K. Para Arrola, las escuelas de negocio española deberían ser "fuente de orgullo. Las hay mejores y peores, claro está, pero en general ofrecen una aproximación al mercado laboral más acertada que las universidades".
Miguel Arias fundó la firma de organización de eventos online Imaste, que vendió a On24 en 2012. En la actualidad, es business angel y director de operaciones de CartoDB, una de las start up españolas más prometedoras del momento. Es, además, profesor asociado de IE Business School. "Las escuelas de negocio necesitan reinventarse constantemente, y lo están haciendo. Funcionan muy bien para perfiles marketinianos y de desarrollo de negocio, pero no tanto para profesionales técnicos", reconoce Arias.
El verano pasado, este emprendedor fue invitado por el Gobierno de EEUU a participar en un programa de liderazgo internacional, que incluía una visita al Bainbridge Graduate Institute (BGI) de Seattle. Allí se empapó de nuevas tendencias "a tener en cuenta y, en su mayoría, muy replicables en España", asegura. "La BGI no tiene profesores a tiempo completo en su facultad. Todos son profesionales en otras empresas. Además, en las clases no se enseña nada, sólo se debate. Las lecturas las realiza cada alumno en su casa y las dudas o comentarios se exponen y comparten en clase”, añade. En este sentido cobran mucha importancia las acreditadoras internacionales que, según David Ruiz, "juegan un buen papel para aumentar la calidad de las escuelas".
Fernando Encinar, cofundador del portal inmobiliario Idealista.com, se muestra más pesimista: "Por supuesto hay escuelas de negocio que se han puesto las pilas y otras que no, pero, en general, en España existe una carencia brutal de planes de formación en nuevas tecnologías. No hace falta más gente con un MBA, sino programadores. Es inconcebible que en un país donde más de la mitad de los jóvenes está en paro los empresarios no encontremos suficientes programadores", opina. Por otra parte, en su opinión, "los planes de estudio no pueden entender el mundo digital de forma separada, como un anexo aparte. Las nuevas tecnologías afectan de forma transversal y deberían considerarse dentro de los planes estratégico, comercial y de márketing de las compañías".
Hacia un nuevo modelo
Como vaticina Arias en un reciente post de su blog Emprender a golpes, "en 10 ó 20 años no estaremos fijándonos en los títulos académicos de las personas, sino que tendremos un sistema basado en medallas que reflejen los distintos conocimientos y capacidades que hemos ido adquiriendo en nuestra vida, sea a través del estudio, el trabajo, hobbies, etcétera, y que serán certificados por instituciones o por recomendaciones de otros. De este modo, cada uno se creará su propio currículo académico/profesional en un camino de aprendizaje fluido y continuo".
Quizá este cambio de modelo sea lo que está llevando a muchas escuelas de negocios a incluir y reforzar la parte de emprendeduría. Crear y dirigir empresas desde un punto de vista innovador es uno de los objetivos de muchos jóvenes que acceden a estos másteres. Las nuevas generaciones no buscan tanto un MBA como poner en marcha sus propias ideas.
La visión de las grandes empresas
Rocío Bustos, responsable de gestión del talento de Roche Farma España. "Un candidato con un máster tiene más posibilidades, pero también nos fijamos en sus habilidades"
Cristina Marqués, directora de selección de IBM España. Si el posgrado se ha realizado en lengua extranjera se valora aún más. Es sin duda un valor añadido"
Carlos Esteban, director de recursos humanos de Zurich. "Hay un déficit en curiosidad intelectual, inteligencia emocional o en gestión de la incertidumbre"
Qué opinan los emprendedores
Javier de Andrés, fundador y consejero delegado de Ticketea.com. "Un máster te permite dar un paso atrás, tomar aire y ver la foto más amplia. En general es positivo"
Fernando Encinar, cofundador de Idealista.com. "En España existe aún una carencia brutal de planes de formación en nuevas tecnologías"