Siempre que quieren hablar de
madres en la televisión muestran mujeres con chicos en los brazos, sonrientes,
dulces, cariñosas, sin una pizca de cansancio, espléndidamente maquilladas y a
eso agregan maravillosas frases de pósters. ¡Mentiras! Las mamás no somos
abnegadas amantes del sacrifico y aguerridas guerreras que todo lo
pueden.
Las mamás lloramos abrazadas a la almohada
cuando nadie nos ve, pedimos la anestesia peridural en el parto. Insultamos en
17 idiomas cuando tenemos que poner el despertador a las 2 de la mañana para ir
a buscarlos a una fiesta. Cuando les decimos que no se peleen con ese
compañerito que les dice "enano" o "cuatro ojos", y les
damos toda clase de explicaciones conciliatorias, cuando en realidad
quisiéramos tener entre nuestras manos el cuello del pequeño verdugo. Y
también pensamos que la profesora de geografía es una mal nacida cuando les
baja la nota porque no saben cuántos metros mide el Aconcagua que, al final, a
¿quién le importa? Pero no lo podemos decir.
No es que nos encante
pasarnos horas en la cocina tratando de que el pescado tenga gusto y
disimulando las verduras en todas las comidas. Es que tenemos miedo de
que no crezcan como se debe. No es que nos preocupe realmente que se pongan
o no un saquito, es que tenemos miedo de que se enfermen. No es que los
queramos más cuando se bañan. Es que no queremos que nadie les diga que están
sucios. No lo hacemos por ustedes. Lo hacemos por nosotras, porque ser
mamá no tiene que ver con embarazos, pañales y aspirinetas. Tiene que ver
con querer a alguien más que a una misma. Con ser capaz de cualquier cosa con
tal de que ustedes no sufran nada, nunca, jamás.
Ustedes nos hacen felices
cuando les encantan nuestras comidas, cuando nos consideran sabias por
contestar todas las preguntas de los concursos de la tele, cuando vienen
llorando a gritos porque se rasparon la rodilla y nos dan la posibilidad de
darles consuelo y curitas. Cuando recién levantadas nos dicen, qué linda
que estás, mamá.
Ustedes nos hacen mejores,
nos dan ganas y fuerzas. Haríamos cualquier sacrificio, antes de que les
toquen un dedito del pie. Nos lavamos la cara y salimos del baño
con una sonrisa de oreja a oreja para hacerles saber que la vida es buena,
aunque nos vaya de lo peor. Cantamos las canciones de
Chiquititas, vemos Barney, repasamos 500 veces la tabla del 2 y
madrugamos los sábados y domingos para llevar a los niños a fútbol, a inglés, a
dibujo, a la psicóloga, a básquet, a voleibol, a danzas, a la casa de la amiga,
a la maestra particular, al dentista, al médico, y a comprar ropa.
Nos buscamos otro trabajo y
sacamos créditos y nos compramos libros y vamos al psiquiatra y al pediatra y a
los videos y negociamos con los maestros y los acreedores y recortamos
figuritas y estudiamos junto a ustedes ríos, provincias, las capitales de
los países de Europa y nos ponemos lindas y nos enojamos y nos reímos y nos
salimos de quicio y nos convertimos en la bruja y la princesa de todos los
cuentos. Sólo y exclusivamente para verlos felices, porque verlos felices
es lo que nos hace felices. Ojala pudiéramos pegar el mundo con cinta
scotch, para que fuera un lugar mejor para ustedes.
Gracias por hacerme su Mamá,
gracias por hacerme tan importante, gracias, por esas porquerías que hacen en
el colegio (que casi nunca entiendo para qué sirven pero guardo
religiosamente), gracias por los abrazos, los besos, las lágrimas, los dolores,
los dientes de leche, las cartitas, los dibujos en la heladera. Por
tantas noches sin dormir, los boletines, las plantas rotas del jardín por jugar
a la pelota. Por mi maquillaje arruinado por ser usado para jugar a la mamá,
por las fotos de la primaria.
Ustedes son mis mejores
medallas. ¡Gracias porque los amo! Y ese, es el amor que me hace grande.
FELIZ DIA DE LA MADRE
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