domingo, 8 de mayo de 2016

CARTA DE UNA MADRE A SUS HIJOS

Siempre que quieren hablar de madres en la televisión muestran mujeres con chicos en los brazos, sonrientes, dulces, cariñosas, sin una pizca de cansancio, espléndidamente maquilladas y a eso agregan maravillosas frases de pósters. ¡Mentiras!  Las mamás no somos abnegadas amantes del sacrifico y aguerridas guerreras que todo lo pueden.  



Las mamás lloramos abrazadas a la almohada cuando nadie nos ve, pedimos la anestesia peridural en el parto. Insultamos en 17 idiomas cuando tenemos que poner el despertador a las 2 de la mañana para ir a buscarlos a una fiesta.  Cuando les decimos que no se peleen con ese compañerito que les dice "enano" o "cuatro ojos", y les damos toda clase de explicaciones conciliatorias, cuando en realidad quisiéramos tener entre nuestras manos el cuello del pequeño verdugo.  Y también pensamos que la profesora de geografía es una mal nacida cuando les baja la nota porque no saben cuántos metros mide el Aconcagua que, al final, a ¿quién le importa?  Pero no lo podemos decir.

No es que nos encante pasarnos horas en la cocina tratando de que el pescado tenga gusto y disimulando las verduras en todas las comidas.  Es que tenemos miedo de que no crezcan como se debe.  No es que nos preocupe realmente que se pongan o no un saquito, es que tenemos miedo de que se enfermen.  No es que los queramos más cuando se bañan. Es que no queremos que nadie les diga que están sucios.  No lo hacemos por ustedes. Lo hacemos por nosotras, porque ser mamá no tiene que ver con embarazos, pañales y aspirinetas.  Tiene que ver con querer a alguien más que a una misma. Con ser capaz de cualquier cosa con tal de que ustedes no sufran nada, nunca, jamás.
Ustedes nos hacen felices cuando les encantan nuestras comidas, cuando nos consideran sabias por contestar todas las preguntas de los concursos de la tele, cuando vienen llorando a gritos porque se rasparon la rodilla y nos dan la posibilidad de darles consuelo y curitas.  Cuando recién levantadas nos dicen, qué linda que estás, mamá. 
Ustedes nos hacen mejores, nos dan ganas y fuerzas.  Haríamos cualquier sacrificio, antes de que les toquen un dedito del pie.   Nos lavamos la cara y salimos del baño con una sonrisa de oreja a oreja para hacerles saber que la vida es buena, aunque nos vaya de lo peor.  Cantamos las canciones de Chiquititas, vemos Barney, repasamos 500 veces la tabla del 2 y madrugamos los sábados y domingos para llevar a los niños a fútbol, a inglés, a dibujo, a la psicóloga, a básquet, a voleibol, a danzas, a la casa de la amiga, a la maestra particular, al dentista, al médico, y a comprar ropa. 
Nos buscamos otro trabajo y sacamos créditos y nos compramos libros y vamos al psiquiatra y al pediatra y a los videos y negociamos con los maestros y los acreedores y recortamos figuritas y estudiamos junto a ustedes ríos,  provincias, las capitales de los países de Europa y nos ponemos lindas y nos enojamos y nos reímos y nos salimos de quicio y nos convertimos en la bruja y la princesa de todos los cuentos.  Sólo y exclusivamente para verlos felices, porque verlos felices es lo que nos hace felices.  Ojala pudiéramos pegar el mundo con cinta scotch, para que fuera un lugar mejor para ustedes.
Gracias por hacerme su Mamá, gracias por hacerme tan importante, gracias, por esas porquerías que hacen en el colegio (que casi nunca entiendo para qué sirven pero guardo religiosamente), gracias por los abrazos, los besos, las lágrimas, los dolores, los dientes de leche, las cartitas, los dibujos en la heladera.  Por tantas noches sin dormir, los boletines, las plantas rotas del jardín por jugar a la pelota. Por mi maquillaje arruinado por ser usado para jugar a la mamá, por las fotos de la primaria.
Ustedes son mis mejores medallas. ¡Gracias porque los amo!  Y ese, es el amor que me hace grande. 



FELIZ DIA DE LA MADRE

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