jueves, 28 de noviembre de 2013

Pesimistas

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Los empresarios del país creen que la economía está empeorando y rajan al Gobierno en su evaluación. Para una abrumadora mayoría, no habrá acuerdo de paz con las Farc antes de elecciones. Encuesta de Dinero e Invamer Gallup.

Hace apenas un mes, el país se sorprendió con el dato del crecimiento de la economía en el segundo trimestre de 2013, que fue de 4,2% frente al mismo periodo del año anterior. El Gobierno destacó este resultado y lo promocionó como un indicador positivo que ayudaría a dejar atrás la crisis de los paros agrarios y de transporte. Las cifras recientes incluso han llevado al Banco de la República a plantear que el crecimiento de 2013 podría acercarse al del año pasado, pues la desaceleración sería menos profunda de lo que se temía.

Sin embargo, la cifra de crecimiento no parece haber generado mayor optimismo entre los empresarios. Por el contrario, los líderes empresariales comparten en este momento una percepción sombría sobre lo que se viene para el país en el futuro inmediato. Esta es la principal conclusión del estudio que realizó Invamer Gallup para Dinero, en el que consultó la opinión de 200 empresarios y ejecutivos y le tomó el pulso al sentimiento empresarial en tres frentes cruciales: la economía, las negociaciones de paz con las Farc y el proceso electoral.

Los empresarios están preocupados. El porcentaje de aquellos que creen que la situación empeora ha crecido significativamente frente a mediciones anteriores realizadas en 2012 y en el primer semestre de 2013. La ansiedad tiene que ver con distintos frentes. El Gobierno se raja en el manejo de la economía y es percibido como uno de los principales obstáculos para el desarrollo de los negocios, al menos tan importante como las acciones de los competidores y más incluso que otros factores asociados al entorno económico, los tratados de libre comercio o los impuestos. 67% de los empresarios tiene una opinión desfavorable de Juan Manuel Santos, siente que la corrupción está aumentando y no creen que antes de elecciones se logre firmar un acuerdo de paz con las Farc.

Todo este malestar se cristaliza en una cifra: para el promedio de los empresarios consultados, la economía crecerá este año cerca de 3,5%, muy lejos de las metas del Gobierno, que están por encima de 4%.

¿Qué está pasando? Si bien hay una desaceleración en la economía, las cifras no son tan malas como para justificar esta descarga de pesimismo. Se trata de algo más. El sentimiento parece reflejar no solamente la incertidumbre económica, sino también un desasosiego creciente frente al callejón sin salida en que parecen haber entrado las negociaciones de paz y frente a la incapacidad del Gobierno para mantener el control de su propia agenda.

Pesimistas, muy pesimistas

El estudio de Invamer Gallup arroja cifras muy preocupantes para el Gobierno.

El pesimismo frente a la situación actual del país es marcado. Casi dos de cada tres empresarios piensan que las cosas están empeorando y rajan al Gobierno en su gestión económica con 2,8 sobre 5. El Gobierno no es visto como un aliado para los negocios sino como la barrera más importante. Al parecer, los empresarios estarían pasando cuenta de cobro al Gobierno por las dificultades en materia de licenciamiento ambiental y consultas previas, que dificultan el desarrollo de infraestructura y de los negocios petroleros y mineros, y por la compleja situación que hoy tienen los sectores industrial y agrícola.

El porcentaje de empresarios que cree que la relación con el Gobierno ‘ha empeorado’ aumentó de 17% en el primer semestre de 2013 a 32% en esta encuesta. El porcentaje de los que creen que la relación ‘ha mejorado’ pasó de 36% a 13%. Los que creen que se mantiene igual, pasaron de 47% a 55%, aunque eso no sería nada bueno si, como lo expresó un industrial a Dinero, “mi percepción es que sigue igual, pero igual de mala”.

Estas no son las únicas señales de alerta en el tema económico. Son 6 de cada 10 los empresarios que piensan que la corrupción en el Gobierno aumenta, mientras 71% cree que ese fenómeno está creciendo en todo el país. 35% de los empresarios percibe que sus ventas han empeorado y ven focos particularmente problemáticos para lo que resta del año: la caída en el consumo interno, el derrumbe en los precios de los commodities y la época preelectoral. La revaluación, que era el gran dolor de cabeza en el primer semestre, ha perdido terreno entre las preocupaciones, pero la caída en el consumo interno ha incrementado su preponderancia.

Los empresarios consultados se dividen en dos grupos casi iguales cuando se les pregunta si creen que este gobierno hará una nueva reforma tributaria. 9 de cada 10 están de acuerdo con eliminar el 4x1.000, aun cuando ya se anunció que el tributo se mantendrá y esos recursos se destinarían para el agro. 80% de los encuestados no está de acuerdo con un impuesto que grave dividendos.?En cuanto a las locomotoras y su aporte al desarrollo económico, cuatro de ellas quedan en rojo –infraestructura, minería, agro e innovación– con notas entre 2 y 2,5 sobre 5. Vivienda es la única que pasa el examen, con 3,3 y una tendencia al alza.

En cuanto al tema de la paz, las expectativas están por el piso. Una abrumadora mayoría, casi 80% de los empresarios, piensa que no habrá acuerdo con la guerrilla de las Farc antes de las elecciones. Cerca de 75% de los encuestados cree que el escenario postconflicto sería financiado por el Gobierno con más impuestos. Sin embargo, solo 4 de cada 10 empresarios estarían dispuestos a pagar más impuestos (aunque se debe anotar que ese porcentaje aumentó desde 34% el año pasado a 42% en este) y solo 37% consideraría la posibilidad de ofrecer empleo a exguerrilleros. La oposición a una ley de perdón y olvido para los guerrilleros aumentó de 51% el año pasado, a 64%.

El tema de la paz definitivamente despierta reacciones contradictorias. A pesar del escepticismo, 72% de los empresarios está de acuerdo con que se inicien negociaciones con el ELN y 43% cree que podrían llegar a un acuerdo. Esto sería el doble de los que piensan que habrá arreglo con las Farc antes de las elecciones.

El impacto en factores como la inversión, ventas y empleo sería, a juicio de los empresarios encuestados, el principal resultado de la paz. Sin embargo, las expectativas se han reducido en comparación con la medición del año anterior.

En el panorama electoral, 77% piensa que Juan Manuel Santos será candidato presidencial en las próximas elecciones y buscará su reelección. Sin embargo, incluso con la participación de Santos en las elecciones, los empresarios ven a Enrique Peñalosa como una opción mejor (24% de los empresarios votaría por Peñalosa, mientras 17% lo haría por Santos). Un poco más de la mitad de los empresarios cree que Germán Vargas Lleras será candidato presidencial en las próximas elecciones.

¿Qué pasa?

Sin duda, los resultados de la economía, si bien no son para hacer fiesta, tampoco justifican un cambio de ánimo de esta magnitud. Mauricio Reina, economista e investigador de Fedesarrollo, señala que aunque las tasas de interés y la liquidez siguen siendo favorables, las encuestas muestran una caída en el optimismo en materia de consumo e inversiones. Hay desánimo e incertidumbre.

¿De dónde viene ese desánimo? A pesar de algunos problemas en lo doméstico y de la coyuntura internacional, hoy los fundamentales de la economía colombiana están razonablemente bien. No hay grandes desajustes macroeconómicos, ni inflacionarios. “Esto nos conecta inmediatamente con la discusión política. Creo que en gran medida el pesimismo de inversionistas y consumidores tiene que ver con incertidumbre política en tres frentes: el desenlace de La Habana; el desarrollo del proceso electoral y la pugnacidad entre Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe; y la baja gobernabilidad interna. Esos tres temas tienen inquieta a la gente y están golpeando el ánimo”, asegura Reina.

Efraín Forero, presidente de Davivienda, plantea una interpretación similar. “Hay una serie de problemas que están más relacionados con el ambiente político y la cercanía de elecciones, pero la economía y la generación de empleo vienen bien. Tuvimos unos años muy buenos y estoy seguro de que los años siguientes podemos esperar crecer a tasas alrededor de 4%”,

Definitivamente, los mensajes que llegan desde La Habana han incrementado la incertidumbre. “La soberbia de las Farc y la impericia del Gobierno son la receta perfecta para que no haya éxito”, afirma el analista Alfredo Rangel. “Después de un año de conversaciones, ni siquiera hay un acuerdo sobre la agenda y cada parte tiene la suya. La guerrilla quiere paz con impunidad total, sin entrega de armas, con control de territorio, con curules gratis y constituyente manejada por ella”.

El año pasado, uno de cada dos empresarios afirmó que aceptaría una ley de perdón y olvido. Ahora, dos de cada tres afirman que no admitirían ese desenlace.

Así las cosas, ¿para dónde vamos? Según César Caballero, director de Cifras & Conceptos, nos encaminamos a un escenario donde la principal opción será congelar el proceso hasta después de las elecciones.

Arlene Tickner, politóloga, internacionalista y profesora de la Universidad de Los Andes, plantea dos alternativas complementarias. La primera sería la conclusión de un acuerdo light antes de las elecciones de 2014, cuyos contenidos probablemente no sentarían las bases para una transformación profunda del país en el postconflicto. La segunda sería la congelación temporal de las negociaciones mientras pasa la época electoral. “Esta segunda tendría la ventaja de dejar abierta la posibilidad de lograr un acuerdo más sustancial, pero su negociación e implementación estarían igualmente sujetas a los resultados de las elecciones. En caso de no ganar Juan Manuel Santos, su plan “B” o una tercería progresista, podría pasar que las negociaciones terminaran sin llegar a ningún acuerdo”, dice.

Para Juan Carlos Flórez, historiador y concejal de Bogotá, el problema de los diálogos en La Habana es que éstos no han ni seducido ni capturado la atención de la mayoría de los colombianos. “El Gobierno, por atenerse equivocadamente a una gran rigidez inicial en la comunicación, desperdició un tiempo valioso para hacerle pedagogía a las posibilidades que traería la paz al país. Por ejemplo, explicarle a la gente que en el peor de los casos la paz implicaría crecer un punto adicional del PIB. Para desgracia del país, esos diálogos van en creciente languidez, al punto que ninguno de los candidatos fuertes a la Presidencia se están comprometiendo con su futuro”, explica.

Aparte del complejo coctel que se crea con esta suma de elecciones y proceso de paz, la falta de efectividad y manejo de la gobernabilidad que ha exhibido el Gobierno generan factores adicionales de incertidumbre.

En el corto plazo, la administración Santos ha exhibido serios problemas de gobernabilidad. “Se ve en los paros, en la relación con el Partido de la U, en la relación con el Congreso, porque los congresistas no le marcharon inicialmente a la reforma a la Salud y porque ha tenido que dar prebendas a los legisladores”, dice Mauricio Reina.

En el mediano plazo, el panorama luce complicado también. La posibilidad de que después de las elecciones Colombia tenga un gobierno que cuente con un mandato fuerte brindado por los votantes y un respaldo sólido en el Congreso luce cada vez más remota. “Independientemente de cuáles sean los nombres, de quién sea el que gane aquí o allá”, dice Reina, “lo que se puede esperar del debate serán divisiones y más divisiones. Y eso es muy complejo, como entorno, para la economía”.

Es la Economía

Todo esto ocurre mientras el Banco de la República encuentra señales positivas en el panorama económico. De acuerdo con las minutas de la reunión del 27 de septiembre de la Junta Directiva del Emisor, el Banco ve que el crecimiento del PIB en el segundo trimestre fue superior al proyectado; tanto la inversión como el consumo de los hogares y el Gobierno mostraron un mayor dinamismo; y el crecimiento real de las exportaciones superó al de las importaciones, un hecho que no se registraba desde el segundo trimestre de 2009. Sin embargo, esa información no cala en el ánimo de los empresarios. El promedio de los consultados ve un crecimiento de 3,5% para este año. Además, 24% de ellos decidió no dar ninguna cifra sobre crecimiento, lo que indicaría también una gran incertidumbre frente a la economía.

No todos los observadores son tan optimistas como el Banco de la República. “Creo que el crecimiento estará entre 3,5% y 3,7%. Pero más allá de la cifra, a pesar de que el segundo trimestre haya sido sorprendentemente bueno, no creo que vayamos a estar por encima de 4% este año”, dice Reina.

El economista Andrés Escobar, presidente de la consultora EConcept AEI, dice que su firma revisó al alza la cifra de crecimiento este año y la ubicó en 4%. Para él, hay dos sectores que están jalonando el impulso económico: el sector público, en donde se está reflejando el gasto en el segundo año de los gobiernos locales, y el sector financiero. Según Escobar, el agro está reflejando la recuperación después de los impactos de la ola invernal, “pero recuerde que esto mide cantidades y no precios y esa fue la razón que llevó a los campesinos a hacer paros”, dice. En el caso industrial, Escobar señala que el crecimiento se debe casi en su totalidad a la refinación de petróleo. “Los otros sectores, en promedio, no crecieron”, afirma.

A pesar de las buenas noticias del primer semestre, existen amenazas en el panorama económico. La continuidad de los paros sigue latente y, de hecho, el pasado 11 de octubre el Consejo Gremial Nacional expresó su preocupación por la posible realización de nuevos paros.

El impacto sobre la economía de una reanudación de los paros podría ser muy alto. “Las encuestas entre consumidores y comerciantes en agosto fueron más pesimistas frente a lo que realmente estaba sucediendo en la economía y esos resultados estaban asociados a las protestas y a los paros”, señala Leonardo Villar, director de Fedesarrollo. Si se volviera a configurar un panorama de paros masivos, eso golpearía sin duda el tema económico y las expectativas.

Otra preocupación se refiere a la caída de los precios de los commodities. “Colombia es vulnerable a estos vaivenes, especialmente en el tema de la minería, en los casos del carbón y el oro”, dice Leonardo Villar. En cuanto al precio del petróleo, el país está frente a un dilema. Por una parte, hacemos fuerza para que baje el precio y poder ajustar hacia abajo el galón de la gasolina, como lo hizo el Gobierno en el mes de octubre. Por otra, si la caída fuera muy grande, el impacto en las finanzas públicas podría ser desastroso, pues cada dólar que baje el precio del crudo representa $400.000 millones para las cifras públicas.

“Espero una caída en los precios de los productos básicos y no sé si estamos suficientemente preparados para eso”, dice el exministro José Antonio Ocampo. “Tenemos un buen nivel de reservas, la política monetaria anticíclica está funcionando y el Gobierno tiene mucho margen fiscal. Pero me preocupa el hecho que hayamos tenido un déficit en cuenta corriente no insignificante, en medio de un auge de precios de productos básicos. En el pasado, con precios del café altos, la economía tenía superávit en cuenta corriente y no déficit. Esa siempre fue nuestra fortaleza. Hoy tenemos un déficit en cuenta corriente de 3% del PIB”, afirma Ocampo.

En el frente externo, una enorme fuente de volatilidad está dada por la situación de Estados Unidos, en relación con la parálisis del gobierno y el techo de la deuda, que se estaban discutiendo al cierre de esta edición. Si no se llega a una solución que traiga tranquilidad real a los mercados, podría ocurrir una verdadera debacle en la economía global. En el otro extremo, hay señales de una desaceleración de la economía china, la cual ha sido hasta ahora el gran motor de la demanda de productos básicos en el mundo.

A esto se añade el impacto que pueda tener la evolución de Venezuela. “Gran parte del mal estado de la industria se relaciona con lo que está pasando en Venezuela. Y, por supuesto, la situación de ese país cada vez se complica más, con una inflación que supera 40% y unos diferenciales altísimos en tasa de cambio”, dice Villar. Sin embargo, a pesar de estas condiciones de mercado, más de la mitad de los empresarios encuestados quieren vender productos a Venezuela, aprovechando el acercamiento que han tenido los dos gobiernos. “Se están acercando en el papel, pero realmente uno no ve que tengan el dinero. Nosotros estamos listos. Corona llegó a exportar US$50 millones a Venezuela. No creo que este año vayamos a vender algo a Venezuela”, dice Carlos Enrique Moreno, presidente de la Organización Corona.

Para José Antonio Ocampo, otro riesgo es la sobrevaluación del peso. “Me sigue preocupando el rezago en la cotización del dólar frente a otros países, especialmente Brasil. Esto es muy adverso para el sector agropecuario y para el manufacturero”, señala.

Finalmente, las locomotoras no lograron arrancar en tres años de gobierno, con la excepción de vivienda. “Sería necesario desbloquear cuellos de botella y garantizar una mayor coordinación entre las instituciones”, dice Reina. Ese estancamiento en la ejecución es quizás lo que genera la evaluación más dura de parte de los empresarios. No hay salida para desarrollar el agro porque no avanzan las políticas de baldíos, siguen existiendo trabas en consultas previas y licencias ambientales para petróleo, minería e infraestructura. En cuanto a las obras de la cuarta generación de transporte –cuya inversión asciende a $47 billones–, si bien ya han logrado estructurarse y están a punto de empezar a ser licitadas, solo hasta 2015 se empezarían a ver los primeros trabajos. En vivienda, todo depende de lo que logre cada ciudad. En el caso de Bogotá, los debates alrededor del Plan de Ordenamiento Territorial han frenado algunas de las iniciativas.

La evaluación de los empresarios tendrá una gran importancia en el resultado de las elecciones. El presidente Juan Manuel Santos deberá moverse con agilidad para recuperar el control de la agenda. Aún tiene que convencer a los empresarios de que él es la persona más indicada para llevar a buen puerto la compleja maraña de interacciones entre economía, paz y gobernabilidad que se ha creado bajo su mandato. Le queda poco tiempo para lograrlo.

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